Desde hace años tenía pendiente una pizza de sardinas. Había por ahí un recorte de revista que no he encontrado por ningún lado. Así que me he dispuesto a hacer una búsqueda en mis libros y en la red: no he encontrado nada que me guste, lo que había, sobre todo, eran pizzas de sardinas en lata y esta no era mi idea.
Nos decidimos a elaborar nuestra pizza de sardinas:
La masa nuestra masa con harina de trigo y harina de garbanzos. Con una variación, en vez de azúcar hemos usado papelón o raspadura que no es sino panela rallada y que encontramos en Carrefour, en la sección de productos internacionales, un antojito barato que iremos experimentando pero que el menda, que es muy dulce, espera utilizar hasta en el café.
Uno de los motivos que me llevan a hacer esta pizza por fin es que el supermercado de aquí al lado, el Mercadona, ha puesto una sección de pescados en la que tienen lomos de sardinas frescas a muy buen precio y que me servirán además para otras exquisiteces que tenemos pendientes.
El resto es intentar que el pescado no se sobrecocine, darle un toque sano y disfrutar de lo lindo.
Al ataque:
Extendemos 250 gr de masa de pizza (para dos personas) sobre una placa de horno ligeramente enharinada. Pintamos con aceite de oliva, ponemos una salsa de tomate espesa manteniendo un borde libre.
Ahora metemos en el horno a tope durante 5 minutos y sacamos. Colocamos las sardinas ligeramente saladas y metemos 5 minutos más o hasta que esté dorada la masa.
Sacamos y dejamos unos dos minutos que se pierda un poco de calor. Así terminarán de hacerse las sardinas y nos permitirán que le pongamos en el centro rúcula. Ahora un chorro de aceite de oliva y a la mesa.
La he hecho dos veces para asegurarme de los tiempos y ambas fueron deliciosas. No hemos buscado los tostados/dorados clásicos de las sardinas y la textura de pescado fresco en su punto es sublime.